LIBROS. Los cuentos de Samanta Schweblin

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Por: Orlando Barros García

La escritora de cuarenta y cinco años, nacida en la república Argentina, una de las más premiadas en los últimos tiempos en el escenario literario mundial, nos revela en dos de sus cuentos y en toda su narrativa breve que el subgénero del cuento, el que creíamos perdido para siempre, continúa vigente para beneplácito de todos los lectores del planeta.

Al  leer dos de sus relatos más conocidos: UN HOMBRE SIN SUERTE y HACIA LA ALEGRE CIVILIZACIÓN DE LA CAPITAL, la argentina ganadora del CASAS DE LAS AMÉRICAS 2008, nos adentra en atmósferas donde la complejidad de las relaciones entre los humanos, la interacción comunicativa y el lenguaje, juegan un papel trascendental en la comprensión de su  narrativa sugerente. Esto obliga a quien lee las historias de Samanta, a desarrollar su propia alquimia interpretativa, ingresando en el universo especulativo para encontrar sentido a las historias de esta mujer. Un ejemplo de ello, lo es, como dijimos al comienzo: UN HOMBRE SIN SUERTE, donde la autora de SIETE CASAS VACÍAS, nos va llevando con su lenguaje insinuante y una trama creada a partir de diálogos que no lo dicen todo; a pensar que una niña, personaje principal del relato, va a ser abusada por el hombre adulto con el que entabla una conversación en la sala de espera de un hospital, apelando siempre a que desenfundemos todos los prejuicios acumulados en lo que llevamos de existencia. Ese lenguaje sugerente, construye siempre y en cada relato suyo, una falsa atmósfera de misterio, que no deja camino diferente  al lector que el de especular y falsear lo descrito en la realidad narrativa de la historia como tal. Jamás lo que imaginamos pasará, o pasó, en este relato. Aquel encuentro entre la niña y el hombre, no deja de ser una conversación más entre dos seres humanos. Sin embargo, a Samanta Swcheblin, le encanta enfrentarnos a nuestros miedos y carencias emocionales a través de sus personajes, y en los escenarios   de siempre: el seno de la familia, el barrio y la metrópoli. Utiliza entonces en su cometido, cosas inherentes a nosotros; tales como la vejez, el lenguaje, la niñez y la juventud, así nos lleva con sus tramas y su lenguaje insinuante a una especie de espejo textual donde nos reflejamos y finalmente concluimos de qué hemos estado hechos desde siempre.

 La otra historia mencionada al inicio de este comentario, nos relata las peripecias que un extraño debe vivir para comprar un boleto con el que viajará en tren hacia la capital (léase ciudad). Aquí la autora de Siete casas vacías, nos hace reflexionar una vez más, sobre la cada vez más sobrevaloración de las grandes urbes, por quienes desde el campo creen que allí alcanzarán sus sueños y materializarán sus ambiciones, dejando atrás sus raíces y la posibilidad del desarrollo certero de riqueza, desde donde se siembre la tierra.

Samanta Schweblin, cuentista pura, la que siempre merodea con su lenguaje sugerente – las carencias, los miedos nuestros y los miedos a los demás, los complejos y miserias, desde escenarios cotidianos, comunes y corrientes.

Recuerda que una vez que alguien lee un libro, jamás volverá a ser el mismo.

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