Por Jaime Guzmán
Independiente de la intempestiva salida del volante creativo Juan Fernando Quintero de las toldas del equipo Junior de Barranquilla, era necesario que se desencadenara un acontecimiento como este, para que aterrizaran los directivos del conjunto barranquillero, en especial, su máximo accionista, Fuad Char Abdala.
La razón de esta postura reflexiva no es otra que analizar la forma como, la directiva juniorista quiere que el mencionado equipo llegue a ser el «campeón de la contratación» de jugadores que estén en un “boom” futbolístico, sin saber si en realidad cuentan con la suficiente capacidad técnico-futbolística y mental para estar en un onceno de trayectoria, y si a esto le sumamos la dificultad de adaptación, conocida como la selección natural de la tierra barranquillera, donde para muchos es muy difícil ambientarse, entonces vamos a tener resultados como el que ya conocemos.
Lamentablemente, en estos últimos 3 años en Junior han llegado buenos jugadores, pero de equipos con bajo perfil. Por ende, estas figuras se amedrantan, cual luchador novato en el otrora circo romano, siendo derribados, arrasados por una efímera popularidad. Luego, su aparente esplendoroso momento termina extinguiéndose en un ocaso lúgubre, olvidado por los aficionados barranquilleros, y en otros casos y para desgracia de la hinchada rojiblanca, siendo la alegría en otras escuadras de otras ligas, o en equipos del mismo torneo colombiano.
Ante esto, las directivas junioristas deben pensar y meditar qué es lo que en realidad quieren hacer con «la novia de Barranquilla», como una vez llamó el escritor caribeño Álvaro Cepeda Samudio al equipo de los barranquilleros; un conjunto que, si bien no salía campeón ni era de los grandes favoritos, jugaba bien y divertía a sus parciales, además de hacer respetar su casa.
Es necesario aclarar, que en esas épocas, a los jugadores extranjeros que arribaban a la capital atlanticense, se les daba igual oportunidad que a los jugadores del terruño, convirtiéndose esto en una combinación inigualable.
Sin embargo, el mundo ha cambiado y el cuadro Tiburón en los últimos años, ha sido maltratado con un arpón peligroso.
Se espera que la escuadra 9 veces campeona la Liga de Fútbol profesional de Colombia, pueda curar su herida y ser nuevamente protagonista en el rentado local, convirtiéndose en verdadera figura de nuestro balompié profesional, puesto que en año 2024 estará cumpliendo 100 años de existencia, algo que muy pocos pueden ostentar en la lides deportivas de nuestro país.