Por José David Name
La problemática de la erosión costera en las playas de la Costa Atlántica, avanza de manera imparable con la fuerza del mar. Con los impactos de las intervenciones antrópicas y los fenómenos naturales intensificados en los últimos años, la pérdida del territorio marino costero es cada vez más evidente en el Caribe Colombiano, que clama por soluciones integrales e inversiones en proyectos de rehabilitación y preservación.
La crítica situación que se presenta en las principales playas de Córdoba, a lo largo de los 124 kilómetros del litoral, es apenas una pequeña muestra del riesgo gigantesco en el que nos encontramos. Otro ejemplo es el departamento del Atlántico, que según estudios de la Dirección General Marítima (Dimar), en los últimos 10 años ha perdido hasta 50 metros de playas, desapareciendo una franja de tierra y biodiversidad en sectores como Santa Verónica, Salgar y Puerto Velero.
Recientemente, la Gobernación del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, declaró calamidad por los altos riesgos, ante el avance de la erosión costera y otros estragos que el fenómeno de El Niño está causando. En Colombia, todos los casos deben prender las alarmas porque lo más evidente es que sucesivos Gobiernos han desatendido reiteradamente este problema que supera las más de dos décadas, lo cual acelera el proceso de destrucción de importantes zonas de playas en la Región Caribe colombiana y lo que tiene que ver con Antioquia y el Urabá chocoano.
Si bien el comportamiento de una erosión es un fenómeno geológico natural, las intervenciones del hombre con acciones que desconocen el entorno como: la tala de manglares, la extracción de arenas y recursos marino costeros para construcción, y el inadecuado establecimiento de infraestructura, han ido destruyendo los ecosistemas, aumentando la pérdida del terreno costero, dejando en alto riesgo a muchas comunidades, su biodiversidad, economía e infraestructura.
Los años de ausencia de políticas públicas acertadas para contrarrestar la erosión costera y la implementación de acciones poco efectivas para frenar su avance, han desencadenado una afectación mayor en puntos claves del litoral colombiano. En lo que vale la pena insistir es en que esa política está muy retrasada y mientras los especialistas van y vienen, las playas de centros estratégicos del turismo se deterioran aún más y ello naturalmente reduce los niveles de productividad, competitividad, eficacia y eficiencia de una actividad económica llamada a liderar grandes transformaciones en nuestra región, especialmente lo que corresponde a la generación de empleo.
Para lograr una adecuada neutralización del fenómeno de erosión costera en el país, es primordial plantear soluciones basadas en la naturaleza, que atiendan las necesidades particulares de cada territorio y ayuden a estimular la protección de los ecosistemas. Urge una gran política Nacional para proteger e impulsar los mares y las costas de nuestro país, que se construya de manera coordinada en la formulación de alternativas viables y perdurables en el tiempo para detener la pérdida de playas, que está amenazando nuestros recursos naturales y la economía de las regiones. Hay que frenar la erosión.