Cuando se va una amiga

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Lisbeth Díaz con este servidor y Ruby Pulido, en el año 2010

Por GERMAN AGÁMEZ

El primer día que llegué la redacción del Diario La Libertad quedé impresionado con la elegancia de una colega que laboraba en la sección de Sociales de ese importante impreso.

Corría el año 2007 y La Libertad gozaba de un buen reconocimiento gracias a la forma brillante como lo manejaba Don Roberto Esper.

Lisbeth Díaz Flórez era esa mujer que diariamente entregaba, no solo las más recientes noticias del ámbito social y del entretenimiento, sino que alegraba la inmensa sala de redacción del periódico con su risa estrepitosa y sus apuntes jocosos.

Antes de trabajar allí, nunca había leído sus notas, pero en la medida que me fui integrando a ese grupo, fue creciendo mi admiración por el trabajo que desempeñaba Lisbeth. Ella era puntual a la hora de iniciar su jornada de trabajo, diagramaba con esmero casi toda la sección de noticias sociales, pero lo que más me llamaba la atención era su redacción clara y precisa y su ejemplar ortografía.

Muy pronto nos hicimos buenos amigos y durante varios años compartimos las vivencias del ajetreo periodístico.

Junto a Mónica Bolaño, Lisbeth conformaba una pareja ejemplar de excelentes periodistas y maravillosas consejeras para los nuevos colegas que llegaban a dicho diario, aparte de la disciplina y constancia en su trabajo.

Cuando Lisbeth fue llamada a trabajar como Jefe de Prensa de Carnaval S.A. por primera vez, sentimos una mezcla de alegría y tristeza. Iba a mejorar su estatus laboral, pero nos iba a hacer mucha falta en el Diario La Libertad; el colorido y elegancia de sus vestidos, su amplia sonrisa, su generosa colaboración y sus crónicas brillantes, ya no estarían con nosotros.

Lisbeth Díaz regresó en un par de oportunidades al medio donde se consolidó como una importante periodista en el campo del entretenimiento, el Diario La Libertad. Pero esas nuevas etapas duraron poco, porque de nuevo era llamada a trabajar en el campo institucional.

Hoy, a los que conocimos a Lisbeth, a los que compartimos con ella los quehaceres periodísticos y a quienes la tuvimos como compañera de trabajo, estoy seguro, nos embarga un inmensa tristeza por su sorpresiva partida.

Nuestro abrazo solidario a sus hijos, a sus hermanos y a todos sus familiares.

Descanse en paz, Lisbeth Díaz Flórez.