Por Jaime Guzmán
Una gota de color, un tono sordo y opaco: así es este gris reflexivo, pero no triste, artículo, texto poético o crónica literaria… quién sabe. Lo cierto es que nació sin previo aviso, y como madrina tuvo a la inspiración.
Diciembre, sinónimo de azul y ráfagas, es hoy gris y sereno, vestido casi todos sus 31 días de invierno. Así forja la inspiración de la nostalgia en aquel escritor que añora las mañanas de un cielo alegre, cual espejo del mar en octubre, tornándose en las tardes de un zafiro infinito que preludia las primeras noches.
Y sí, es lamentable para los veraneros este atípico y embrujado diciembre. Los algodones en tonos grises están preparando un festín de agua, preludio de la bendición que traerá el primer mes del año 2025.
Al final, las cosas exóticas también son pretexto para recrear una pintura en tonos monocromáticos, para escuchar el tono bajo de un villancico o para dibujar con palabras la añoranza de un diciembre que dejó de ser lo que era, transformándose en lo que es: una revolución, un cambio en la naturaleza, que nos recuerda que debemos seguir adelante con la férrea convicción de mirar hacia el horizonte.