Medellín: la ciudad donde el crimen ya no es un negocio lucrativo

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Las autoridades implementan una estrategia que ha reducido los homicidios y la criminalidad en niveles históricos

Medellín, una ciudad que en los años noventa se ganó el título de la más violenta del mundo con casi 7.000 asesinatos en 1991, hoy registra una realidad muy distinta. En 2024, la tasa de homicidios alcanzó su nivel más bajo en 40 años, con 297 muertes violentas, y delitos como el atraco y la extorsión han disminuido considerablemente. Esta transformación no ha sido producto de pactos entre bandas criminales, como algunos sugieren, sino de una estrategia de seguridad liderada por la Alcaldía, la Policía y la Fiscalía, según Manuel Villa Mejía, secretario de Seguridad de Medellín.

Uno de los pilares de esta estrategia ha sido la articulación efectiva entre las instituciones encargadas de la seguridad y el orden público. Según Villa, se han priorizado seis delitos clave, cada uno con un grupo especializado que incluye fiscales exclusivos, policías judiciales, agentes de inteligencia y analistas. Este enfoque ha permitido realizar operaciones más eficaces, con capturas masivas que han debilitado a las estructuras criminales.

El trabajo conjunto ha dado resultados contundentes: en 2024, se capturaron 386 integrantes de bandas criminales, incluidos 11 cabecillas y 70 coordinadores. En lo que va de 2025, ya se han capturado ocho cabecillas. Estos logros han sido posibles gracias a una estrategia agresiva de desmantelamiento de redes criminales, conocida como la Central Estratégica Articulada contra el Crimen Organizado (CEACO), que permite identificar y neutralizar objetivos de alto valor.

Los indicadores delictivos confirman la efectividad de la estrategia. El hurto a personas, que había aumentado más del 20% en la administración anterior, cayó un 48% en lo que va del 2025. El atraco se ha reducido un 53%, y el hurto de motos y carros ha bajado un 50%. Además, la percepción de seguridad ha mejorado significativamente: en 2021, solo el 40% de los ciudadanos se sentía seguro; hoy, la cifra asciende al 52%.

El secretario de Seguridad también desmiente las versiones que atribuyen la reducción de homicidios a acuerdos entre bandas criminales o a los diálogos del Gobierno con capos encarcelados en Itagüi. «Eso es carreta», afirma Villa. «Si existiera un pacto, ¿por qué en la administración anterior los delitos de alto impacto iban en aumento y ahora han caído drásticamente?». Según él, la verdadera razón es que en Medellín el homicidio se ha vuelto un crimen costoso y peligroso para los delincuentes, debido al alto nivel de esclarecimiento de los casos: un 50% en la ciudad frente al 27% a nivel nacional.

El impacto de la estrategia de seguridad también se ha visto en el restablecimiento del orden en zonas críticas de la ciudad. Barrios como Manrique, Aranjuez y Castilla, que eran escenarios frecuentes de actividades criminales, han sido intervenidos con operativos masivos que incluyen allanamientos y capturas. En el Parque Lleras, un sector icónico del turismo en Medellín, las autoridades han desmantelado redes de explotación sexual y narcotráfico que operaban bajo la fachada de establecimientos comerciales. En este proceso, se han detectado incluso conexiones con estructuras criminales internacionales, incluidas redes mexicanas.

La recuperación del principio de autoridad ha sido uno de los mayores retos de la administración actual. Villa recuerda que cuando asumieron el cargo, la confianza en las instituciones había caído del 72% al 32%. Esto se reflejó en la resistencia inicial de algunos sectores a las intervenciones policiales. «Al principio, nos insultaban y nos rechazaban, pero enviamos un mensaje claro: la autoridad se respeta y la ley se cumple». Casos como los «piques» ilegales en las calles, que solían desbordar el control de las autoridades, han sido sofocados con operativos en los que participan cientos de policías y militares.

A pesar de los avances, las estructuras criminales continúan operando en la ciudad, aunque con menos poder que antes. Villa advierte que los capos encarcelados en Itagüi no han abandonado sus negocios ilegales y buscan blanquear sus fortunas bajo el pretexto de una «paz» que no es real. «Ellos quieren jubilarse con el dinero obtenido del crimen, pero nosotros hemos demostrado que siguen delinquiendo. Si no fuera por su accionar, Medellín sería un paraíso de tranquilidad».

El camino hacia una Medellín más segura aún tiene obstáculos, pero los resultados muestran que el modelo implementado está funcionando. La ciudad ha pasado de ser un referente mundial de violencia a un ejemplo de cómo una estrategia integral de seguridad puede debilitar al crimen organizado y devolver la tranquilidad a sus habitantes. Con una política de autoridad firme, inteligencia policial avanzada y una colaboración estrecha entre instituciones, Medellín está demostrando que en su territorio, el crimen ya no es un negocio rentable.