Mario Vargas Llosa, escritor peruano y ganador del Premio Nobel de Literatura, murió a los 89 años en Lima. Su legado incluye una obra literaria monumental que marcó el “Boom latinoamericano” y una trayectoria intelectual y política que resonó más allá de las fronteras hispanohablantes.
El mundo de la literatura despide con pesar a Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más influyentes del siglo XX y XXI, quien falleció este domingo 13 de abril a los 89 años en Lima. Álvaro Vargas Llosa, su hijo, anunció que el novelista falleció en paz, rodeado de su familia, dejando un vacío irremplazable en el panorama literario global.
Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa construyó una carrera literaria que lo situó en la cima de las letras en español. Autor de obras emblemáticas como «La ciudad y los perros», «Conversación en La Catedral» y «La fiesta del Chivo», fue un pilar del “Boom latinoamericano”, junto a figuras como Gabriel García Márquez y Julio Cortázar.
En 2010, su aporte literario fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura, coronando una trayectoria que exploró las contradicciones humanas, el poder y la libertad. Además de su labor literaria, Vargas Llosa tuvo un papel destacado en la academia y la política. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1994 y, posteriormente, de la Academia Francesa. En el ámbito político, su carrera transitó desde posturas comunistas en su juventud hasta un firme liberalismo, siendo candidato presidencial en Perú en 1990.
Su vida personal también fue objeto de atención. Casado en dos ocasiones y padre de tres hijos, Vargas Llosa compartió sus últimos años con la socialité Isabel Preysler. Recientemente, el gobierno peruano le otorgó la Orden del Sol, un reconocimiento más en una vida marcada por honores y distinciones.
Tras su fallecimiento, se realizará la incineración de su cuerpo, conforme a su voluntad, y no habrá ceremonias públicas. Su familia pidió respeto y privacidad en estos momentos de duelo.
Mario Vargas Llosa deja un legado que trasciende las palabras. Su obra y pensamiento seguirán inspirando a generaciones futuras, garantizando su inmortalidad en la historia de la literatura. Su partida marca el fin de una era, pero sus páginas continúan hablando por él.
