Sacudón en Santander: un recordatorio de la fuerza de la naturaleza

DESTACADO GENERALES NACIONALES

La madrugada del 18 de abril despertó con un estremecimiento inesperado. Un sismo de magnitud 5.1 en el corazón sísmico de Colombia hizo temblar ciudades como Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Manizales, generando una ola de alerta y reflexión sobre la constante actividad telúrica del país.

En la quietud del amanecer, la tierra volvió a demostrar su poder. A las 5:31 a.m., el municipio de Los Santos, Santander, fue epicentro de un movimiento sísmico que estremeció varias ciudades colombianas. Aunque la profundidad del evento—calculada en 153 kilómetros—disminuyó su capacidad destructiva, el susto y la alarma no tardaron en propagarse.

Este sismo no es un hecho aislado. Santander, una de las zonas de mayor actividad sísmica en el mundo, registra constantes movimientos telúricos, convirtiéndose en un epicentro de estudio para geólogos y expertos en prevención de desastres. A lo largo de la historia, Colombia ha vivido terremotos devastadores, desde el de Cúcuta en 1875 hasta otros más recientes que han puesto a prueba la infraestructura del país.

Afortunadamente, el evento de este Viernes Santo no dejó víctimas ni daños estructurales, pero sí un mensaje claro: el país debe reforzar sus estrategias de prevención ante eventos mayores. La resiliencia ante los temblores no solo depende de la reacción inmediata, sino también de la preparación a largo plazo.

Mientras millones de ciudadanos retoman su rutina, la tierra sigue su curso, recordándonos que bajo nuestros pies, el movimiento nunca cesa.

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