“Guyana bajo asedio: ecos de Jallianwala Bagh en la era del Partido Progresista del Pueblo”

DESTACADO INTERNACIONALES

Por Ubraj Narine*

El suelo ensangrentado de Jallianwala Bagh en Amritsar, India, es un testimonio histórico de la crueldad del poder colonial desenfrenado. El 13 de abril de 1919, las tropas británicas, al mando del general de brigada Reginald Dyer, masacraron a cientos de civiles desarmados que se habían reunido en protesta pacífica. No fue una simple demostración de fuerza, sino un acto calculado para recordarle a un pueblo colonizado su lugar bajo un régimen opresivo. Hoy, más de un siglo después y a miles de kilómetros de distancia, los paralelismos inquietantes entre aquella tragedia y la situación actual en Guyana bajo el gobierno del Partido Progresista del Pueblo (PPP) son difíciles de ignorar.

En Guyana, una nación que una vez luchó con ahínco para liberarse de las ataduras del colonialismo británico, los valores democráticos prometidos a sus ciudadanos se están erosionando, de forma silenciosa, pero violenta. Los informes sobre el asesinato de jóvenes, a menudo envueltos en justificaciones vagas o sepultados bajo un silencio burocrático, pintan un panorama escalofriante de un gobierno que parece gobernar no mediante la transparencia y la justicia, sino mediante el miedo, la intimidación y el control.

Al igual que la administración colonial británica que aplicó la Ley Rowlatt para reprimir la disidencia sin juicio, el gobierno del PPP parece estar adaptando esos mismos instrumentos de gobierno autoritario bajo un disfraz democrático. La Policía de Guyana, en lugar de proteger a la ciudadanía, es vista cada vez más como ejecutora de la voluntad política. El sistema judicial, antaño un pilar esperanzador de equidad, ahora se tambalea bajo acusaciones de interferencia política y procesamiento selectivo. Las voces de la ciudadanía, especialmente las de los jóvenes, a menudo son silenciadas, no con balas a plena luz del día como en Jallianwala Bagh, sino mediante balas de perdigones, acoso, detenciones ilegales y, en ocasiones, fuerza letal.

Los llantos de las madres y familiares en duelo, y la indignación de las comunidades, han sido recibidos con indiferencia por el gobierno del PPP, cuyo objetivo es servir, no subyugar. El gobierno del PPP, con su inacción y complicidad, le ha fallado al pueblo de Guyana, no solo políticamente, sino moralmente. Cuando se pierden vidas jóvenes y falta la justicia, cuando el poder se centraliza y la crítica se castiga, cuando el miedo reemplaza a la libertad, la democracia ya no está viva; está en terapia intensiva.

Rabindranath Tagore recuperó su título de caballero después de Jallianwala Bagh, indignado por la inhumanidad del dominio británico. ¿Qué gesto simbólico, o acción real, pueden realizar ahora los líderes guyaneses, la sociedad civil y la comunidad internacional para resistir esta caída en la oscuridad política? ¿Cuántas muertes más deben ocurrir antes de que el mundo reconozca que la democracia en Guyana está bajo asedio?

La historia exige que recordemos. Pero la memoria no solo debe informar, sino que debe impulsar la acción. Que Jallianwala Bagh no sea solo una página de un libro de texto, sino un espejo en el que veamos con claridad nuestro presente. Guyana no puede permitirse el lujo de sacrificar la libertad que tanto le costó conseguir por una forma reciclada de gobierno colonial envuelta en retórica nacionalista.

Ha llegado el momento de hablar, actuar y exigir responsabilidades. El silencio es complicidad. Y el futuro de Guyana, al igual que sus jóvenes, merece una oportunidad de vivir.

*Pt. Ubraj Narine, JP, COA
Ex Sargento de Estado Mayor (GDF), Alcalde
Ciudad de Georgetown