Por Jaime Guzmán
Arrogante invierno en llamas
busca fresco mi delirante cuerpo,
mas se impone de nuevo la mañana
y a dominar con sus ojos de fuego.
Tímidos alfileres, deseaban no caer
ni por los dioses querían precipitar
grises algodones; fugaces se van
y el dorado rayo empieza a enfurecer
La señora vida en su rostro abatida
refleja en su cuerpo de la calle su ideal,
como se derrama en un seco manantial
el astro celestial que a todos nos domina.
Mas, vuelve el fresco soplo del grande mar
suaves alisios de inevitable evocación,
nubarrones empiezan a desahogar
por un presente, insensible de calor.
Hombres deliran su pasajero frescor
sintiendo en su rostro algo liviano
al tomar el hilo con dios Morfeo,
y emergen la vida con lo imaginado.
Dominado el ser por el hilo invisible,
reposa en noche tropical su cansancio
y con la aurora habla un poeta sensible…
Ahora que no duermo y son más de las cuatro…