Los impuestos de Pekín al pollo, el trigo, el maíz y el algodón estadounidenses (15%) agravan la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Los nuevos aranceles de China sobre productos agrícolas de Estados Unidos, una represalia por el último aumento de gravámenes norteamericanos sobre las importaciones chinas, entraron en vigor el lunes 10 de marzo de 2025. Esta medida aumenta las tensiones entre las dos principales economías del mundo, agravando la guerra comercial que ya lleva varios años.
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, el presidente Donald Trump ha anunciado una serie de aranceles hacia sus principales socios comerciales, entre ellos China, Canadá y México. Según Trump, estos países no han sido eficaces en responder a la inmigración irregular y los flujos de fentanilo. China, además, presenta el superávit comercial más importante con Estados Unidos en bienes.
Después de haber impuesto aranceles adicionales del 10% a todos los productos chinos, Trump decidió el 3 de marzo aumentarlos al 20%. China respondió de inmediato anunciando impuestos del mismo tipo contra productos agrícolas estadounidenses, que comenzaron a regir este lunes. El pollo, el trigo, el maíz y el algodón que entren en China estarán más gravados, con un 15%, mientras que otros productos como el sorgo, la soja, el cerdo, la ternera, el marisco, la fruta, las verduras y los productos lácteos tendrán un arancel del 10%.
Expertos creen que esta reacción china está dirigida a la base electoral del multimillonario republicano, sin dejar de ser lo suficientemente moderada como para seguir haciendo posible un acuerdo comercial. Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos se suman a las dificultades que enfrentan las autoridades chinas en su intento de estabilizar la economía del país, marcada por un bajo consumo, una crisis persistente en el sector inmobiliario y una alta tasa de desempleo juvenil.
Los impuestos decididos por Washington podrían asestar un duro golpe a las exportaciones chinas, que contribuyeron en gran medida al crecimiento del gigante asiático el año pasado. Algunos especialistas estiman que las consecuencias de las medidas estadounidenses podrían no ser visibles de inmediato. Sin embargo, las exportaciones chinas ya se desaceleraron en enero y febrero a un nivel más pronunciado de lo previsto, al 2,3% interanual, frente al 10,7% en diciembre.
Esta situación plantea un escenario incierto para ambas economías, con posibles repercusiones globales en el comercio y la estabilidad económica. Las negociaciones entre ambos países serán cruciales para determinar el rumbo de esta disputa comercial y sus efectos a largo plazo.