LA COLUMNA DEL GOBERNADOR. Con el fogón prendido

DESTACADO ECONOMICAS OPINIÓN

Por Eduardo Verano de la Rosa

Avanzar en la construcción de una política de Estado requiere la generación de tranquilidad y reglas de juego claras. Hoy tenemos la oportunidad de hacerlo con las inmensas reservas de gas que poseemos.

Esto debe ser primero para luego implementar cualquier proceso de transición energética —solar y/o eólica— porque necesitamos fuentes de energía confiables (como la del gas) dotada de infraestructura sólida y normas estables, lo cual tomará varios años.

Si queremos ser competitivos, debemos avanzar y no demorar las decisiones sobre el marco regulatorio. Gracias al gas natural, la calidad de vida puede mejorar para muchos.

Todo se construye alrededor del hogar y el hogar significa fogón. Todo gira en torno al fogón y, si se apaga, surgen dificultades. Mantenerlo prendido es la llama de la seguridad energética.

El gas es clave para la transición energética y la garantía de que no ocurra un apagón generalizado.
Por eso, la realización del Congreso de Naturgas en el Atlántico, la capital energética del Caribe colombiano, fue muy relevante por la vocación industrial que tenemos y nuestra fortaleza portuaria.

El gas natural ya no es un lujo, es una necesidad estratégica: impulsa una industria que representa el 1 % del PIB, genera 100.000 empleos y aporta $2,9 billones en regalías e impuestos.

No podemos permitirnos una pandemia energética: solo contamos con 2.000 millones de pies cúbicos de reservas probadas. Se proyecta un déficit de abastecimiento para los años 2025 y 2026, lo cual es una alerta que no se debe ignorar.

Debemos eliminar las barreras regulatorias y agilizar trámites para obtener licencias ambientales. Esto reactivará la exploración offshore y aumentará la capacidad y disponibilidad real de gas.

La región Caribe tiene que ser la despensa energética y un territorio poderoso para la inclusión social. El 69 % de los hogares colombianos tiene acceso al gas, y en las zonas donde se presta este servicio hay menores índices de pobreza. Por el contrario, donde no lo hay vive el 41 % de las personas que padecen exclusión.

El gas natural también combate el hambre, ya que permite un suministro estable para la industria de fertilizantes y ayuda a reducir la dependencia de importaciones que hoy alcanzan el 70 %. Eso es clave para lograr una verdadera seguridad alimentaria.

En cuanto a la movilidad, 800.000 vehículos ya han sido convertidos a gas natural, así como 3.000 buses de pasajeros. Si lográramos convertir el 30 % de los taxis, se reducirían en 25.000 toneladas las emisiones de CO2 al ambiente.

También debemos observar las grandes oportunidades que ofrece el gas con una nueva visión: biogás, biometano, hidrógeno verde. Estas ya son una realidad en Boyacá, Meta, Valle del Cauca y en el Caribe.

Así como en 1992 se hicieron cambios constitucionales y jurídicos que permitieron la participación del sector privado en los servicios públicos —lo cual transformó el sector eléctrico—, ahora debemos revisar la estructura actual a través de mesas técnicas.

La historia mostrará que, así como Chuchupa fue en su momento el gran proveedor de gas para la región Caribe, ahora contamos con el pozo Sirius, ubicado mar afuera de Santa Marta, que garantizará suministro hasta el año 2035.

Todo esto nos permitirá transitar hacia nuevas industrias, como la del hidrógeno verde, un combustible menos contaminante que fomentará la movilidad y el desarrollo sostenible.